texto publicado en el número 1 de la revista Contra (el) Poder en invierno del 97
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El Nuevo Plan de Ordenación Urbana. Un Plan para especular.

    El Nuevo Plan General de Urbanismo (NPG) del Ayuntamiento de Madrid inauguró su oficina de la calle Arturo Soria allá por el año 1992. Con motivo de este evento las arcas municipales han destinado a su redacción y divulgación más de 2000 millones de pesetas. Desde entonces los allí contratados se supone que han estado dibujando y solucionando la vida a l@s madrileñ@s para el futuro.
    Los instrumentos de Planeamiento, en este caso un Plan General, parecen en un principio presentarse a la opinión pública con una aureola de participación y de objetividad. Debe quedar claro que el Planeamiento es un mecanismo para encauzar las demandas no de la mayoría de l@s ciudadan@s sino para hacer realidad las demandas de los "agentes de suelo", demandas que buscan únicamente el incremento de sus beneficios a través de las plusvalías generadas por la recalificación de suelo: esto es lo que se conoce como "especulación".
    El NPG y los diferentes Planes Generales que se están gestando en otras ciudades del Estado español, se han visto invadidos por ideas comunes: búsqueda de la competitividad entre ciudades en el contexto internacional y europeo, predisposición a la penetración de la globalidad para lo cual será necesaria una dotación en infraestructuras y en equipamientos que permitan la presencia de ese capital internacional, lo que hace que se prioricen objetivos lejos de los intereses de sus habitantes y completamente acordes con las necesidades de esos intereses transnacionales.
    Si a esto añadimos las medidas liberalizadoras de suelo aprobadas por el Gobierno del Partido Popular el 7 de junio de 1996, por las que se suprime la diferencia que existía entre suelo no programado y se pierde un 5% en la cesión de suelo para equipamientos (de un 15% se ha pasado a un 10%) que deberán dejar los constructores a finalidades públicas (colegios, centros de salud, etc.); entonces vemos claramente que los instrumentos de planeamiento cada vez están más al servicio por un lado, de los agentes locales de suelo cuyo único objetivo es la especulación y por otro, al del capital transnacional que busca situaciones estratégicas y privilegiadas para poder desarrollar sus intereses.
    En este contexto ¿dónde podemos situar a l@s ciudadan@s madrileñ@s? ¿dónde ha quedado el Plan Participado del que el Ayuntamiento hizo tanto gala?...
    La participación urbanística puede ser en ocasiones un mecanismo muy útil para que los habitantes de una ciudad puedan expresar sus reivindicaciones en materia de equipamientos, de vivienda, de transporte, etc. Las fórmulas y métodos para poderlo hacer son variadas, se han ensayado distintas maneras, el Plan anterior de 1985, a pesar de sus lagunas fue un Plan mucho más participado en su gestación, las asociaciones vecinales tuvieron un papel decisivo a finales de los 70' y comienzo de los 80' para poder demandar las necesidades que tenían, los técnicos se acercaron a los barrios a explicar y modificar los planes.
    En esta ocasión las 2000 alegaciones que ha tenido el NPG han debido de servir única y exclusivamente para archivar el gran volumen de papel y contestar a todas ellas con una carta modelo; sin embargo, sabemos que sí han modificado con lápiz y goma de borrar todas aquellas reivindicaciones de propietarios de suelo que han reivindicado una recalificación de su solar o que han pedido un incremento de su volumen edificatorio. A esto deben referirse los representantes municipales cuando hablan de un Plan Participado.
 

Un modelo insostenible de ciudad.

    Este NPG refleja en todos sus apartados una gran contradicción entre su declaración de intenciones y las propuestas concretas. De este modo podemos llegar a leer en su documento sobre criterios y objetivos la siguiente afirmación:"La Política medioambiental se ha convertido en una de las más necesarias estrategias urbanas en la época actual en la que la creciente concienciación a este respecto lleva a los Gobiernos a poner en entredicho las bases del modelo económico internacional".
    Unas líneas más adelante se observa cómo esta idea dista mucho de ponerse en práctica e incorporarse al planeamiento y se dice con claridad:"La intervención cotidiana en la ciudad, pública o privada, se caracteriza por la primacía de actitudes sectoriales, impuesta por la urgencia de los problemas a resolver o la rentabilidad económica o política a corto plazo".
    En este sentido el Plan tiene como objetivo casi exclusivo "agotar" el suelo del término municipal de Madrid; agotar sin motivo un bien "finito" como es el territorio (para especular, claro está) demuestra la incapacidad de aplicar un concepto de desarrollo sostenible que no suponga el consumo indiscriminado de recursos no renovables.
    Se intenta por lo tanto con este Plan construir una ciudad donde todo esté urbanizado. En este sentido no debemos olvidar la interrelación que existe entre los objetivos del NPG y los de otros instrumentos de planeamiento a otras escalas; estamos refiríéndonos al Plan Director de Infraestructuras diseñado por  el Ministro de Obras Públicas José Borrell en 1993, o el Plan Regional de la Comunidad de Madrid, todos ellos orquestados acompasadamente por las estrategias que se dictan desde el Libro Blanco de Delors para conseguir los objetivos de convergencia, y a su vez con la batuta imprescindible de los organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización para la Cooperación y el Desarrollo en Europa y Organización Mundial del Comercio), guiados todos ellos por las necesidades del gran capital internacional, para los que el Estado español no deja de ser una delegación más en la inmensidad del planeta.
    Este capital internacional demanda de los países objetivo de ubicación, no recursos naturales para explotar sino otra serie de componentes entre los que se encuentran:- mano de obra concienciada con el cumplimiento de los índices de convergencia: sumisa y obediente.- suelo para ubicar delegaciones sin necesidad de una relación a largo plazo, para lo cual el suelo deberá ser lo más barato posible (por lo tanto la oferta de este suelo deberá estar alejada de los núcleos centrales de las ciudades y devora territorio)- suelo barato, pero eso sí dotado de accesibilidad de transporte de alta velocidad, es decir, cercano a las grandes infraestructuras de gran capacidad (nudos de autopista o autovía) y bien comunicado con grandes puertos o aeropuertos. Parece que el modelo territorial que se nos impone vislumbra un modelo económico que es el que realmente determina la concepción del Nuevo Plan General. Una idea que se expresa continuamente en el NPG es la de la "competitividad" de la ciudad, es decir la necesidad de estar preparada para que esos capitales internacionales que pululan en la globalidad del planeta vean recursos suficientemente atractivos en la ciudad de Madrid como para poder ubicarse en su espacio urbano. La desesperación de la Administración debe ser inmensa cuando desde el aparato burocrático europeo se califica a la ciudad de Madrid como la menos dotada de infraestructuras, la que padece mayor congestión viaria o la que más sucia está; porque lo que ocurre es que a pesar de los esfuerzos no dejamos de ser más que una ciudad de segunda categoría, poco interesante para los capitales financieros internacionales.
    Por lo tanto este Plan no consigue su objetivo, y tampoco consigue contentar a l@s propi@s ciudadan@s madrileñ@s que padecen los resultados negativos de este modelo de ciudad. Este sistema territorial se basa en dos pilares fundamentales: por un lado en una red sobredimensionada de infraestructuras de transporte de gran capacidad y por otro en una política de vivienda apoyada en recalificaciones masivas de suelo, aspectos ambos que desarrollaremos a continuación.La propuesta de transporte del NPG hace a la ciudad más insostenible.
    La política de tranportes para el futuro se basa casi exclusivamente en el fomento del vehículo privado a través de la construcción de más infraestructuras para el automóvil.
    Se generaliza sobre la ampliación de la red de Metro, sin hacer estudios pormenorizados sobre la demanda real en cada una de las situaciones; de tal forma que en algunos casos la necesidad de sobredimensionar la red (1) es una forma encubierta de volver a dar valor a partes del territorio que no estaban dotados de transporte, mientras otras áreas ya consolidadas carecen de una dotación suficientemente accesible. En la línea de seguir fomentando el transporte en vehículo privado se diseñan aparcamientos "disuasorios" en destino (que curiosamente se encuentran localizados en el interior de la M-30), de escasa y dudosa utilidad, ya que los ciudadanos de la periferia que se trasladan a la capital en automóvil es bien probable que decidan llevarlo directamente a su lugar de destino. Y por último hay una falta de sensibilidad total y absoluta a los modos de desplazamiento no motorizados, el andar o utilizar la bicicleta para nuestros desplazamientos cotidianos son las formas más ecológicas de trasladarnos, pero a las que el Ayuntamiento de Madrid no presta ninguna atención.
 

Un Plan para que todo siga peor.

    Es curioso que para justificar la propuesta del NPG, se realiza un análisis de la evolución de la población madrileña para el siglo XXI, en la que se espera equilibrar los efectivos demográficos. Se dice que se necesitarán entre 1993 y el año 2000 más de 150000 viviendas nuevas como consecuencia de los nuevos emparejamientos, de tal forma que se propone realizar 20000 viviendas al año durante estos 7 años. Este planteamiento es de ciencia ficción. Recordemos que durante los pasados años del "boom inmobiliario" en la ciudad de Madrid no se superó el ritmo de 5000 viviendas al año, y ahora se pretende incrementar el número de viviendas, en un momento de crisis económica y con un nivel de precariedad laboral entre los jóvenes desconocido en otros momentos, a lo que habría que añadir el descenso demográfico que experimenta, ya no solo el Ayuntamiento madrileño, sino el conjunto de la Comunidad Autónoma.
    Nos preguntamos, ¿de dónde saldrán los futuros compradores de esas potenciales viviendas nuevas? ¿es que una expedición marciana nos sacará de este callejón sin salida, o serán las hordas de los "cachorros del PP" las que se reproducirán sin límite para dar solución al problema?
    Mientras tanto, los colectivos verdaderamente necesitados de vivienda siguen sin solucionar su problema; no se hacen propuestas que potencien el uso residencial del patrimonio existente (más de 150000 viviendas vacías en el Municipio de Madrid), que daría una solución real en muchas ocasiones a los problemas de alojamiento.
    De cumplirse las previsiones de crecimiento en lo referente a transporte y vivienda para el Madrid del siglo XXI, nuestra ciudad se convertirá en un claro foco de insostenibilidad. Este es un modelo energéticamente despilfarrador y consumidor del escaso espacio libre del municipio. Pilar Vega (Comisión de Urbanismo de Aedenat, Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza)

Notas: 1) Hay que tener en cuenta que un kilómetro de Metro cuesta más de 4000 millones de pesetas y que su impacto ambiental es muy significativo. En este despilfarro económico las constructoras encuentran una buena fuente de ingresos.
 

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